Ago25
Los efectos del estrés en el cuerpo, y la propuesta Cognitivo Conductual
Por: Carolina Santillán Torres Torija

Mucho se habla acerca del impacto que tiene el estrés en la salud de las personas. El estrés deprime nuestro sistema inmune, nos genera diferentes síntomas como dolores de cabeza, gastritis, dermatitis nerviosa, incluso presión arterial alta. ¿Pero exactamente qué es el estrés y cómo lo sentimos en el cuerpo?
Seguramente usted ha visto como un perro y un gato se enfrentan. Deténgase un momento y recuerde la última vez que vio a un gato pelear con un perro, ¿qué cambios observó en su cuerpo? El gato tiene un muy particular estilo de afrontar una amenaza, como la que significa tener que luchar contra un perro. El gato se eriza, haciéndole parecer al perro que tiene mayor tamaño y usando su pelo como antenas que intentan obtener la mayor cantidad de información sobre la situación que está viviendo. Este momento en el que el gato tiene frente a sí la amenaza del perro, es la primera etapa del afrontamiento ante el estrés: la etapa de evaluación. En menos de un segundo el gato tendrá que calcular el peso del otro perro, qué tan habilidoso se ve el perro para pelear, si viene solo o acompañado, si es un perro joven y fuerte o un perro mayor y débil, si hay alguna posibilidad de huir, el gato tratará de obtener la mayor cantidad de información posible a través de sus cinco sentidos. Para realizar esto el gato tiene que estar concentrado, y hacer una evaluación objetiva de sus habilidades en comparación con las de su enemigo, pues sólo tiene dos opciones: atacar o huir.
Mientras el gato realiza esta evaluación, su cuerpo está trabajando arduamente para preparar al gato, ya sea para atacar o huir. Su cerebro envía adrenalina a las extremidades para correr lo más rápido posible, y para no sentir dolor en el caso de alguna lesión, sus cinco sentidos están muy alertas, sus pupilas están dilatadas, su olfato agudizado, su respiración más acelerada. Además, si tiene miedo, su temperatura baja, si está muy nervioso puede ser que sienta urgencia para orinar. Finalmente queremos mencionar que si el gato se pone extremadamente nervioso, podría quedarse “congelado” incapaz de tomar la decisión de atacar o huir.
Todo este perfecto ensamble que realiza el cuerpo y el cerebro del gato cuando está estresado, también lo usamos los seres humanos. Para muestra le pido que recuerde cuando tenía en la escuela un examen muy importante, digamos un examen final de matemáticas o química. Recuerde el momento preciso en el que la maestra o el maestro repartía los exámenes, y usted tenía frente a sí, unas hojas de papel que debían ser contestadas en un tiempo limitado, que de la calificación que obtuviera dependían algunas cosas en su vida. ¿Qué pasaba en su cuerpo? Quizá usted, empezaba a realizar la evaluación más objetiva que podía de las posibilidades de pasar el examen, es decir, empezar a revisar qué preguntas incluía el examen, ¿conocía usted la respuesta para todas?, cuántas necesitaba para pasar, cuánto tiempo le habían asignado para resolverlo. . . . En ese momento de estrés usted estaba utilizando los mismos mecanismos del gato al enfrentarse al perro, medía usted sus habilidades contra las del “enemigo” (el examen) y se preparaba para afrontar la situación (lástima que en la situación de un examen la posibilidad de huir no era una opción).
Y mientras usted veía el examen, en su cuerpo se activaba la adrenalina, la tensión, se aceleraba el ritmo cardíaco, bajaba su temperatura, mostraba quizá algún hábito nervioso como mover el lápiz o la pierna, incluso pudo haber presentado sudor en las manos, y respiración agitada. Y si usted se ponía muy nervioso, podría incluso necesitar ir al sanitario pues quizá tuviera un intestino irritable que al sentir estrés, necesitaba vaciar su contenido. Ahora que si su percepción de que el examen era imposible de contestar o demasiado difícil, pudo haber sido que, aunque usted hubiera estudiado arduamente para ello, al ver las preguntas hubiera olvidado todo lo que había estudiado una noche antes, es decir, se habría quedado congelado. ¿Le vinieron a la mente algunos recuerdos? ¿de sí mismo, de alguien más?
Pues queremos decirle que el mecanismo de afrontamiento ante el estrés es un mecanismo innato que ha servido a los seres humanos para sobrevivir a lo largo de los siglos y que es muy útil. Sin embargo, el problema es que nuestra generación se caracteriza por sobre utilizar este mecanismo que está diseñado para ser empleado “en casos de emergencia” y estamos sufriendo los efectos de poner a nuestro corazón a latir más rápido, tensarnos hasta sentir dolor, o malestar estomacal, enfermarnos de resfriado común tras semanas muy estresantes, etc. Demasiado estrés, entonces, nos hace más susceptibles a enfermarnos y a padecer algunas enfermedades.
Pero, ¿qué podemos hacer al respecto? Primero que nada tendríamos que revisar cómo manejan el estrés nuestros padres, tíos y abuelos. La tendencia a ser ansiosos tiene un componente hereditario. En segundo lugar la ansiedad tiene que ver con el estilo de crianza que nuestros padres tuvieron con nosotros, ¿nuestra mamá estaba siempre muy preocupada al punto que sufría de dolores de cabeza, o tensión muscular crónica? ¿Nuestro papá necesitaba recurrir varias veces por semana a tomar una copa al volver del trabajo, para relajarse? ¿Nuestros tíos o abuelos encuentran tranquilidad fumando un “cigarrito”? Sí esto le resulta familiar, no se desanime, únicamente es importante reconocer que usted tiene tendencia a padecer de ansiedad y aceptar que probablemente sea algo con lo que tendrá que trabajar a lo largo de su vida. Pero lo que le queremos proponer aquí son estrategias más sanas de relajarse, y que le pueden prevenir enfermarse y sufrir.
Visto desde la Psicoterapia Cognitivo Conductual, el estrés tiene al menos dos componentes, el de los pensamientos, y el de la conducta. Esto es que las personas que tienden a estresarse o a ser ansiosas tienen una manera muy particular de pensar, “son preocuponas”. Ser así implica tener una tendencia a exagerar las posibilidades de que las cosas salgan mal, evitar tomar riesgos, estarse preguntando muchas veces ¿y si pasa esto . . .? ¿y si pasa lo otro? O ¿qué tal que esto, qué tal que lo otro? y estar rumiando pensamientos especialmente ante situaciones de incertidumbre. En este sentido entonces, lo primero que las personas ansiosas podrían hacer es darse cuenta de que antes de sentirse nerviosos, empezaron a pensar que las cosas no iban a salir bien, empezaron a dudar sobre su capacidad para resolver tal o cual problema, empezaron a tener un miedo infundado de que una catástrofe estaba por ocurrir. Y una vez que logren ligar que la sintomatología ansiosa está ligada a un pensamiento catastrofista, podrían simplemente detenerse, hacer un alto, y empezar a trabajar con la parte conductual de la ansiedad. Es decir, ayudarle al cuerpo a normalizar los síntomas a través de ejercicios de respiración, meditación, o ejercicios de relajación. En resumen entonces, para poder afrontar de mejor manera el estrés es necesario dejar de interpretar las situaciones como amenazas graves, y enseñarle al cuerpo como relajarse.
Ahora que si usted está verdaderamente dispuesto a sentirse más tranquilo y trabajar con su ansiedad por que siente que lo ha rebasado y necesita atención profesional, acérquese a un psicoterapeuta experto en trastornos de la ansiedad. La psicoterapia cognitivo conductual es un excelente aproximación para este tipo de trastornos. No es una psicoterapia basada en el desahogo, es una psicoterapia breve, 10 – 12 sesiones en las que el terapeuta le entrenará en habilidades específicas para trabajar, por un lado con sus pensamientos, y por otro lado le enseñará las técnicas de relajación a profundidad para que usted se convierta en su propio terapeuta y en adelante afronte de manera más adecuada el estrés de la vida cotidiana. Sólo con hablar acerca de sus problemas, probablemente no sea suficiente para sentirse más tranquilo, usted puede aprender técnicas para afrontar mejor el estrés, aún incluso sin tener que tomar medicamentos para ello.
El estrés es algo que estará presente a lo largo de nuestra vida, y en nuestras manos está la manera en que vamos a afrontarlo.